sábado, 20 de noviembre de 2010

Memoria histórica en lenguaje musical

IDENTIDAD. Centro Audiovisual de la Biblioteca Nacional

Astros musicales de nuestro pentagrama como Avelino Muñoz, Ricardo Fábrega, Sylvia de Grasse y Armando Bossa, al igual que la época de los combos nacionales y la música típica se están digitalizando para la posteridad.

Julio Montes Escala

PA-DIGITAL

La música es como un tren del tiempo, capaz de hacernos volver a vivir una época que ha quedado atrás para ser parte de aquel salón de los recuerdos, de una persona o de un país.

El Centro Audiovisual de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero, que tiene como punto central el rescate de la memoria histórica del país, cuenta con una serie de archivos de imágenes del Panamá republicano y de grabaciones musicales de exponentes de diversas categorías rítmicas del país.

El musicólogo Mario García Hudson, miembro del centro, ha investigado y recuperado gran parte de este material, él señala que: “hemos logrado rescatar valioso material en términos de música e imágenes y con esto, mantener un legado fundamental de la cultura panameña”.

Este centro, que funciona desde 2005, fue posible gracias a una serie de equipos donados por el gobierno de Japón, que hacen posible la recuperación y transformación de diversos formatos utilizados en décadas pasadas.

Joyas de nuestra música de cada género, desde algunas de las grabaciones hechas en las primeras décadas de la era republicana, hasta los ritmos de hoy, se pueden encontrar en este rincón en que el pasado vuelve a tomar vida a través de la canción. “Hasta hace poco, lo más antiguo era de 1931, pero ahora ese registro ha cambiado, ahora tenemos de la década de 1920”, señala Mario García.

Astros musicales de nuestro pentagrama como Avelino Muñoz, Ricardo Fábrega, Sylvia de Grasse y Armando Bossa, la época de los combos nacionales, la música típica con intérpretes como Dorindo Cárdenas, Dagoberto ‘Yin’ Carrrizo, Isidro ‘Chilo’ Pitty, la constelación instrumental de los esposos Jaime y Nelly Ingram, clásicos del calypso panameño y lo más reciente de la creación musical panameña, son algunas de las pistas que se pueden escuchar en la biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero, llenando sus datos en una volante similar a las que se usan para consulta de libros.

El material es solo para consulta y si hay interesados en donar discos o algunos videos de fotos poco proyectadas hoy día, pueden hacer llegar el material a las instalaciones de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero, ubicadas en el parque Omar.

Este caudal, lleno de recuerdos de lo que alguna vez se vivió y de aquello que forma parte de las generaciones más nuevas, no solo está en la agenda de los melómanos. De igual forma han estado en los planes de investigación de estudiosos de Canadá, Estados Unidos y Venezuela.

En nuestro terruño no ha sido fácil armar el puente de la memoria histórica, a diferencia de otras repúblicas cercanas, sobre este bache entre las generaciones pasadas y la presente, García nos comenta: “en Panamá hay mucha información que está desperdigada, no se sistematizó. También hay una despreocupación generalizada por donar materiales para que la Biblioteca Nacional sea custodia”.

Forman parte de esta valiosa fuente de datos, videos como: el concierto de Rubén Blades el día de la reversión del Canal, entrevistas a dirigentes populares como Blas Bloise Calderón, el poeta Cesar Young Núñez, el historiador chorrerano Rogelio Zuñiga Méndez, entre otros, y algunas fiestas populares de Panamá.

Para aumentar los archivos de este centro, recientemente la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero firmó un convenio con la discográfica nacional Tamayo, la cual ha grabado a muchos cantantes del terruño, y con el Sistema Nacional de Radio y Televisión, Sertv. “Mediante el convenio, cada grabación de discos Tamayo en formato de disco compacto va ha reposar en el centro audiovisual. También se ha logrado otro, de colaboración con Sertv, y a partir de éste ha llegado material importante”, dice Mario García.

La mayor parte del material que ya no está a la venta en muchas de las disco tiendas, tiene su origen en el aporte de coleccionistas musicales, que han dado una pincelada en esta labor, que es parte de nuestra identidad en el proceso cultural, creativo y artístico, para que cada hecho o protagonista siempre esté presente como una llama que no se extingue.

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